“Inhala, exhala”, son mis dos palabras más comunes, seguidas de la frase, “uno, dos, tres, cuatro, sostengo, uno, dos, tres, cuatro, suelto”, son las palabras que me acompañan cuando me dan ataques de ansiedad, la ansiedad se ha instalado en el entorno común desde la pandemia, pero en mí, el detonante fue cuando no supe que había pasado la noche pasada, tener un blackout y tener las rodillas moradas y los brazos raspados y la espalda adolorida y no saber que diablos había pasado. Siempre he sido muy activa, al grado de sobre exigirme, una vez leí que una mente ocupada no extraña a nadie y fue el peor veneno que me pude tomar, el trabajo y la sobre actividad puso un parche sobre ciertas heridas, pero hicieron un agujero más profundo y cuando sucedió la segunda vez, llegó a la puerta la ansiedad, y fue brutal, cuanta brutalidad hay en esas luchas, y cuando estás sola, dios, son la muerte, gritas a la nada y lloras y te jalas el cabello y el pecho se siente pesado y la garganta...