“Inhala, exhala”, son mis dos palabras más comunes, seguidas de la frase, “uno, dos, tres, cuatro, sostengo, uno, dos, tres, cuatro, suelto”, son las palabras que me acompañan cuando me dan ataques de ansiedad, la ansiedad se ha instalado en el entorno común desde la pandemia, pero en mí, el detonante fue cuando no supe que había pasado la noche pasada, tener un blackout y tener las rodillas moradas y los brazos raspados y la espalda adolorida y no saber que diablos había pasado.
Siempre he sido muy activa, al grado de sobre exigirme, una vez leí que una mente ocupada no extraña a nadie y fue el peor veneno que me pude tomar, el trabajo y la sobre actividad puso un parche sobre ciertas heridas, pero hicieron un agujero más profundo y cuando sucedió la segunda vez, llegó a la puerta la ansiedad, y fue brutal, cuanta brutalidad hay en esas luchas, y cuando estás sola, dios, son la muerte, gritas a la nada y lloras y te jalas el cabello y el pecho se siente pesado y la garganta se cierra y te sientes diminuto. Vivir la ansiedad viviendo solo, es una carga de valientes, porque hay ideas que susurran bastante cabrón en el oído y no recitan precisamente poemas, recitan dolor y versos agridulces… y el reflejo en el espejo es tu peor enemigo.
El proceso de sanación de cada uno es distinto y bastante complejo, unos escalan tan alto solo para aventarse al precipicio y otros tantos de acuestan en la orilla para ser arrastrados por las olas y ser mecidos suavemente hasta al fondo. Cuando comenté que el entorno significa mucho para vencer ciertas cosas en la ansiedad, no era ni de pedo una broma, una red de apoyo es crucial, la bronca conmigo es que siempre he querido hacer todo sola, porque soy muy macha al parecer… lo cierto es, que aunque lo soy… No esta mal pedir ayuda.
No lo supe hasta que los ataques se volvieron constantes y en un examen psicométrico había revelaba dos perfiles distintos desde un enero de 2021 a un enero de 2022, eran dos Melissas completamente distintas, y fue cuando supe que Mezzy había muerto y quedo en su lugar Melissa, la mujer eternamente triste, frustrada y enojada. Sentía que el mundo me debía algo, pero ¿Qué me debía precisamente? ¿Me debía un lugar seguro? ¿Me debía una disculpa porque un tarado no podía mantener sus cosas dentro de él? ¿Qué me debía el mundo, por dios?
Y entonces, mi hermana me dijo una vez: No esta mal pedir ayuda. Fue cuando regrese con mis pasos cansados a terapia porque me quería literal, morir… Yo era la Mezzy fuerte, era la Mezzy que reía, la Mezzy que todo lo podía, carajo yo era Superman, ni siquiera Wonder Woman, yo había vencido la tristeza de perder a papá, tuve la fuerza de vivir sola, tuve la valentía de hacer todo por mí y tener que pedir ayuda fue tan vergonzoso, pero ver como todo se fugaba de mis manos, fue tan aterrador que pedir ayuda fue inevitable.
Soy un poco cinéfila por mi papá y otro tanto por mi hermana, pero yo en lo particular soy más melómana, amo la música, la música ha sido esa herramienta que me ha sanado, pero disfruto de las series y películas y más cuando aprendo cosas de ellas, estoy viendo la serie “The Bear” y en el episodio dos de la primera temporada, Carmy le llama a su hermana Sugar, y esta le dice: “No esta mal pedir ayuda”, y entonces como granada entiendes todo el contexto del episodio. En esté, al protagonista y a sus colaboradores les suceden una serie de cosas en las que, todo converge al claro mensaje que viene desde el nombre del episodio: HANDS, siempre tira paro tener una mano extra… siempre. No somos dioses, no somos perfectos y pedir ayuda nos permite crecer y expandir nuestra visión, gracias a que pedí ayuda, estoy un poco más presente en este plano, a veces no tanto pero en ese camino estoy.
Esta fue mi lección aprendida, ¿Cuál fue la tuya?
Les dejo una frase de mis canciones favoritas que mi papá solía poner:
“Soy como el agua del río, y por el camino me dejó llevar, porque aprendí que la vida, por todo lo malo, algo bueno te da”
- Diego Torres, Sueños
Les mando un fuerte abrazo 😊
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