Disclaimer: Algunos nombres fueron
cambiados porque no tengo consentimiento de algunas personas (porque no lo
consulte, ellos sabrán luego el motivo), y al ser mi propia perspectiva, no los
quiero implicar o comprometer en algo que es mi propia opinión y que no representa
a dichos personajes (o tal vez sí).
Pinche
vieja cursi, ya sé que piensan eso, pero citando a la buena Elán: “Las ganas de
vivir la vida incrementan bastante cuando la compartes con alguien que te da
paz” y es totalmente verídico.
Sé
que juré que ya no iba a citar al capítulo negro en mi vida, pero
lastimosamente es necesario, ese capítulo formó la mujer que soy ahora.
Esta
lección empieza hace casi tres años atrás, muchas veces, por más que ames a
alguien, hay piezas que, aunque embonen, no son ese su lugar, esta será una
lección para otro post.
Pero
empecemos por lo que quiero demostrar en este post
Hace
casi tres años, mis amigas dieron la noticia que se iban a casar, sinceramente,
nunca he sentido envidia por nada ni nadie, pero, me daba mucha melancolía,
porque recientemente a quien considere el amor de mi vida, y quien en su
momento consideré que me llegaría a casar, había dejado de estar a mi lado.
Lamentablemente,
el crearnos expectativas, más que nutrirnos, nos produce vacíos, y es ahí
donde, cuando más vacía estaba, debía tener más entereza.
Sentí
muchísimo dolor ver como mis amigas lograban una de las metas que yo siempre
soñé, y en vez de renegarme, fue donde empezó la segunda etapa de mi
reconstrucción y auto descubrimiento.
En febrero
de 2018 mi primo anunció que se casaría, mientras tanto, yo, en ese momento,
decidía decirle al hombre que ame profundamente que era mejor alejarme de el
por siempre, pues nuestros caminos sencillamente no convergerían jamás, tal vez
tengo alma de gitana, pues mi vaticinio se volvió verídico.
Un
mes después un marzo 28, mi adorada Barbie me compartía que se casaría, lloré,
sinceramente, en mi alma entraron dos emociones muy fuertes, la primera, mucha
emoción, fue genuina alegría al saber que mi amiga había encontrado a la
persona adecuada para compartir su vida, pero una parte de mí, se rompió, y
juro por Dios que no fue envidia, sino que, por un momento, me imagine que esa
podría ser yo. Dos días después, en un momento mágico de amigos, mi amada Ellie
nos compartía que, el chico que siempre la había cuidado como su máximo tesoro,
le había propuesto vivir una mágica aventura que durará, primero Dios, toda la
vida.
Mis
amigas no saben, lloré porque, verdaderamente, su felicidad era la mía, porque
las amo, pero lloré también porque su realidad me retornaba a la mía, con las
manos vacías, pues había decidido no dar marcha atrás en mi plan de
reconstruirme.
Mi
plan hubiera sido casi perfecto, si no me hubiera tropezado con la misma piedra
nuevamente, yo estaba casi curada, cuando solo regrese para confrontar mi
terrible destino un 4 de julio.
Mis
amigas se casaban en diciembre y febrero, ¿Cómo iba a poder vivir mi duelo en
medio de todo eso que se me había sido arrebatado? Mi alma estaba hecha añicos,
y nunca las culpe por mi dolor, y tampoco me mortifique, sinceramente me dolía,
lloraba por las noches, los preparativos, las charlas, la organización, la
emoción, todo era un arma de dos filos, por una parte, agradecía muchísimo ser
parte de ese capítulo de ambas, me llenaba de afecto, pero por otra, me dolía muchísimo
saber que esa podía ser yo, el famoso “que hubiera pasado si él y yo…”
Quiero
ser honesta, nunca me sentí frustrada, pero cuanto me costó sonreír algunas
veces…
Pero
en el proceso de esto, sané, siempre lo he dicho, Dios sabe tus necesidades, y
mis dos amigas, Barbie y Ellie, en su amor, con su amor, con su ejemplo de amor,
me sanaron, y hoy ellas apenas van saber que aprendí una lección muy valiosa
gracias a ellas, y por ello mi corazón es suyo, porque en medio de mi dolor,
ellas me dieron esas ganas inmensas de sanar, amar y crecer.
Cabe
destacar que ese año tuve el peor cumpleaños de la vida, y Ellie y Barbie
fueron las principales que ese día se preocuparon por mí, pero esa es otra
historia.
Dios
sabe tus necesidades, y en la invitación para la boda tenía derecho a llevar
acompañante, como sería en la ciudad natal de la familia de Ellie, decidí preguntarle
si me acompañaba. Un guion de película no tiene tantas coincidencias como esta
historia, Ellie me dijo que lo debía pensar porque serían las primeras fiestas
que ella y Carl pasarían juntos, y como tipo comedia romántica, resultó, de
esos caprichos de la vida, Carl sería parte de la fotografía de la boda de
Barbie, vamos, ni planeado salía así de perfecto. La Boda de Barbie tiene una anécdota
muy divertida, pero, esa no es la lección aquí.
Barbie
no lo sabe, pero su momento, me llenó el alma y fue el alimento necesario para
seguir adelante, durante el último día en la ciudad, la madre de Barbie, se
despidió de ella, y ahí, junto a su esposo y su hijo, Barbie me regalo una
escena por demás conmovedora, durante la despedida, Barbie dijo: “Mamá, soy
feliz con la familia que formé” Dios sabe cuánto lloré con esto. Ver eso me
conmovió tanto el alma como para decir “quiero eso” y no desde la envidia,
repito, espero que más adelante se entienda mi mensaje.
Llego
Febrero, y con él, la boda de mi querida Ellie, amé cada detalle, los ojos de
Carl viendo a Ellie, estar rodeado de sus seres queridos, considerarnos a
nosotros su familia, bailar toda la noche, fue un sueño.
Con estas
dos experiencias, llegué a una hermosa conclusión: El amor inspira.
Ellas,
con el gran amor que tienen hacia su familia, que su familia tiene para con
ellas, ver la manera en que viven y aman esas pequeñas familias que han
formado, me despertaron lo suficiente para no lamentarme por no quedarme con
quien creí sería mi persona ideal, sino que, lo mejor era vivir esos momentos,
tan llenos de magia, de alegría, pero sobre todo amor.
Ver cómo
viven su amor, como me han vuelto parte de sus historias, me dan la pauta para
prepararme para quien yo sé, será mi compañero. Quiero recibirlo desde mi
plenitud y no desde mi carencia.
Entendí,
que tu lugar es donde encuentres paz, habrá días oscuros, duros, difíciles,
pero un verdadero trabajo en equipo te dará la tranquilidad necesaria.
Ellas
en su amor, me inspiraron para ser mejor en todos los sentidos, sobre todo
Ellie y su inmensa fe en Dios, el verdadero amor inspira, contagia, transforma. Eso es Dios, eso es el
amor, dar sin esperar nada a cambio, más que esa alegría de saber que eres plenamente
correspondido, querido, respetado y cuidado.
Gracias
Ellie y Barbie por compartirme sus historias, porque su amor es tan grande que
inspiraron y guiaron mi vida. Gracias.
Esta
fue mi lección aprendida. ¿Cuál es la tuya?
Les
mando un beso fuerte.
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