Posiblemente sí, pero no te aferres a él, muchos te dirán que el dolor no es bueno y que debes seguir adelante y que debes ser fuerte y debes sobreponerte, y te darán ese viejo consejo “Al mal tiempo buena cara”.
Confieso
que soy de esas personas del mal hábito del positivismo extremo, sinceramente
veo todo bonito siempre, pero también es bien cierto que en cada golpe hay una
lección y en mi más reciente “round” he aprendido que el dolor es bueno, porque
en el dolor conoces tus limites, y es necesario conocerlos, porque, noticia de
última hora, no puedes con todo.
Estaría
genial ser Superman o la Mujer Maravilla, pero lo cierto es que somos humanos,
de carne, huesos y emociones, muchas emociones, pero, partiendo de lo primero,
el dolor nos despierta, el dolor nos hace consciente de nuestra humanidad.
Conocer
nuestros límites a través del dolor muchas veces es primordial, pues
descubrimos la magnitud de nuestra fuerza, y es ahí donde viene la lección:
A
través del dolor, conocemos la verdadera capacidad de superar todo aquello que
nos puede lastimar, conectamos con aquello que no habíamos sido aptos para
conocer, y es que es esencial conocernos a nosotros, porque al final del día,
aunque estemos rodeados de un mar de gente, en la noche, en la intimidad de
nuestros silencios, con quien estamos en todo momento, es con uno mismo.
Aprendemos
que estamos dispuestos a tolerar, nos ayuda a saber nuestro valor y nuestra
voluntad.
Es a
través del dolor, que descubrimos lo más oscuro de nosotros, para ser también
expertos en lo más puro de nosotros, nos definimos, decidimos que queremos ser
y como lo lograremos. No le tengas miedo al dolor, enfréntalo, vívelo y aprende
de él, no te estanques en él, cuando entiendas que lección te dio, suéltalo, libérate
y ahora, con ese positivismo extremo que está de moda, rodéate de luz y amor,
no te castigues eternamente, ama y avanza.
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