¡Ay
el romance! Qué lindo es, nutre todas esas absurdas expectativas que nos han
inculcado las películas o esos best sellers juveniles sacados de wattpad (si,
te hablo a ti Stephenie Meyer)
Hace
unas semanas atrás les pregunté a todos ustedes si se sentían listos para
recibir al amor de su vida, recibí una aplastante mayoría argumentando un
airado SI.
A
todos, independiente de su respuesta, les pregunte él porque de su respuesta, y
sinceramente, es bonito ver que sus motivaciones son válidamente construidas.
Alguien me dijo “Si, porque soy una mujer valiosa, que conoce su valor, tengo una
vida plena y se lo que puedo aportar a una persona”. Otro más dijo “Si, porque
sé estar solo conmigo y sé que estar con alguien sería desde el amor y no la
necesidad”. Perfectamente válido. Admiré muchísimo el concepto de “amor de la
vida” de muchos, pues alguien dijo que su hijo es el amor de su vida, y se me
hizo el acto de amor más grande por excelencia y alguien más dijo “ya lo
encontré, soy yo misma”, me hicieron ver la belleza del amor, porque el amor es
una amplia gama que no podemos definir en un solo concepto, pero si en una solo
energía, y como ya lo dijo el buen Liam Neeson “el verdadero amor no duele”.
Quien
se siente apto para el amor, requiere de gran valentía para hacerlo desde un
lugar bastante trabajado, y fue grandioso ver que quien se siente listo, lo
hacen desde un lugar consciente y lleno de luz.
Yo
en algún momento pensé, sinceramente, que mi proceso permitía que yo estuviera
lista para estar con quien pudiera ser el amor de mi vida. Grave error.
Aquí
quiero empezar y dar lugar para esa minoría que me dijo “NO, yo no estoy listo
para recibir al amor de mi vida” y su argumento fue: “no estoy en el lugar
donde quiero estar para recibirlo” y me maravillo más que las personas que me
dijeron que si y les voy a explicar por qué.
Días
atrás vi un “tik tok” de Odín Dupeyron y empezaba con algo bien sencillo y
citó: “Vulnerabilidad, ingrediente necesario para amar y ser amado, si no estás
dispuesto a arriesgarte y a que te rompan el corazón, NO estés chingando”
Y
¡pum! Mi autoaprendizaje aprendió otra lección: NO ESTOY LISTA PARA EL AMOR DE
MI VIDA.
Quiero
creer que todos aquellos que dijeron que si estaban listos, ya sopesaron lo que
sería manejar el dolor si las cosas no salen bien.
Retomando
mi experiencia, siempre consideré que estaba en un lugar suficientemente
luminoso para que, si me rompieran el corazón, podría gestionarlo mejor.
Confieso que esta vez me duró menos el dolor, pero, me dolió más, y me di
cuenta, que, aunque tengo mejor control que la última vez que me rompieron el
corazón, me di cuenta que la experiencia me sigue siendo totalmente
desagradable, y que, si yo estuviera verdaderamente lista como presumía estar,
estaría incluso cómoda con la idea del dolor que conlleva amar, y no es que
quiera contradecir a Liam Neeson, pero es que, todo lo bueno conlleva un margen
de error, y todo error conlleva un poco de dolor. No con esto digo que amar sea
un error, sino que, el amor es aprendizaje y muchas veces las lecciones son
duras y se tiene que estar muy bien trabajado para lidiar con el dolor de mejor
manera, sin algo que sea de carácter catastrófico.
Estar
trabajado, estar consciente de tu valor y del amor que puedes dar en otras
formas, como hijo, hermano, amigo, padre, madre, vecino, compañero, no
significa que estés apto para el amor de tu vida o por lo menos para estar con
un compañero sentimental, y muchas veces la mejor compañía es uno mismo en
comunión con su amor propio.
El
romance no está mal, vivir el amor de manera cursi y rosa no está mal, pero
siempre siendo consciente de que todo tiene un lugar oscuro y todo por
comenzado también puede terminar.
A veces se gana más perdiendo.
Espero
no haber divagado mucho, ya saben, esta es mi lección aprendida, ¿Cuál es la
tuya?
Comentarios
Publicar un comentario