Me
gusta bastante leer, leo desde los 9 años cuando encontré entre los libros de
mi mamá la biografía de Vincent Van Gogh. Siempre he sido un “hámster de
biblioteca”, la mejor etapa de mi vida fue de mis 16 a 18 años, cuando pasaba
mis tardes entre libros y amigos en una librería de mi ciudad.
Aprendo
de todo, por eso el título de mi blog, aprender es mi pasión, y como base de mi
aprendizaje, la primera fuente fueron los libros. Y es que en los libros se
plasma la visión de aquellos que no conocemos pero que tenían o tienen mucho
que decir, muchos libros son la vida real llegando a nuestras manos, y solo lo entendemos
cuando experimentamos dichos pensamientos o viceversa, a veces dichos
pensamientos le dan un concepto a aquello que hemos vivido.
Recientemente
he leído un libro, “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, puedo concluir de mi
lectura, que la ficción nos ha alcanzado. De esta lectura he obtenido muchas
reflexiones, no se extrañen en encontrarla como referencia en futuras entradas
al blog, pero hay una que es la que quiero ahondar primero. Este libro nos
entrega una premisa peculiar, una clase de felicidad colectiva, en donde pensar
distinto es un crimen atroz. ¿Nada distinto a nuestra actual realidad, cierto?
En
este libro, se nos involucra en una sociedad donde la felicidad es el objetivo principal,
donde “Todos pertenecemos a todos” la libertad, la individualidad e incluso la
soledad, son un crimen. Se adoctrina al sujeto a ser parte de la promiscuidad,
la colectividad, al consumismo y a la poca responsabilidad afectiva, repito,
nada distinto a la realidad actual.
Dicen
que los libros llegan a nuestra vida en el momento adecuado. Hay varias cosas
que quiero rescatar de mi lectura, pero la primera quise denominarla Conmigo o en mi contra.
Y es
que esa es la postura que actualmente tiene el mundo, pensar distinto es
bastante condenado, y el exceso de conectividad por las redes sociales solo
empeora esta estigmatización de la individualidad, unos la celebran hasta el
hartazgo y otros la juzgan, igual hasta al hartazgo. Vivimos en una colmena
digital que nos condena por cada paso dado al azar.
La
pandemia nos brindó mucho tiempo libre, a algunos para concretar sus sueños y a
otros, a falta de mejor termino, les dio la oportunidad de pensar puras
tonterías.
Ojo,
no con esto demerito los movimientos que se han originado, ni mucho menos las
opiniones contrarias a mí, porque precisamente eso es lo que quiero concretar.
A la
gente no le basta solamente con pensar distinto, sino que últimamente poseen
una ansía majestuosa por imponerlo, por decretar que su opinión es una verdad
absoluta, y su ideología, que empezó como una libertad para tener una
flexibilidad de criterio, se busca que sea la norma absoluta y así, imponer un
control, y al no ver saciado su deseo, automáticamente, eres un enemigo de la
libertad y un opresor.
¿Qué
acaso no se desea ello? ¿Tener la libertad de actuar y pensar a criterio propio
y no ser juzgado?
Actualmente
hay una cultura de cancelación por demás fascinante, hasta al más mínimo
discordante te vuelve un enemigo, la más insignificante diferencia es referente
para convertirte en un arcaico y resentido.
Pensar
distinto es solo eso, pensar distinto. Las necesidades, habilidades y deseos de
todos son diferentes, no le vas dar agua a quien tiene hambre.
Sin
embargo, esta modernidad nos ha vuelto incrédulamente, más arcaicos, pedimos,
no, corrijo, exigimos la cabeza de aquellos detractores de esta nueva sociedad
que desea más libertades y entre más libertades posee, más limitativa se
convierte.
Me
parece sumamente inverosímil que, entre más al alcance tenemos la información,
más rigurosa se vuelve la censura y más escandalosa se vuelve la burla ante la
opinión que no cumple los nuevos estándares.
Nos está
costando muchísimo el ejercicio de la empatía, y hacemos ataques cada vez con
más saña, por medio de castigos sociales hasta lograr moldear la opinión del
sujeto juzgado hasta hacerlo socialmente aceptable, apenas tolerable, porque en
el rictus interno de la flexibilidad de los nuevos liberales, la persona sigue
siendo una paria que osó pensar distinto.
Bien
dice un dicho “Lo que te choca, te checa”, y aquellos que ahora señalan como
oprimidos, lentamente se convierten en opresores.
Alzar
la voz es hermoso, defender lo que es correcto, debería y debe ser siempre el
objetivo social, porque, a pesar la diferencia de criterios, hay un siempre un
común denominador: Hacer alto a lo que
hace daño.
Y
realmente no nos cuesta trabajo hacer lado a las ideologías y corrientes de
pensamiento, me queda claro que podemos hacer gala de humanidad en cuanto nos
encontramos al borde de verdadero peligro como lo son los desastres naturales,
todos ignoran toda diferencia para hacer frente a los verdaderos problemas.
Pensar
distinto no es un problema, es simplemente eso, la libertad de pensar
diferente, obviamente existen normas morales, éticas y sociales que nos dictan
acatarlas para preservar ello, la libertad de tener nuestras propias sin que
estas dañen a terceros.
Podría
extenderme mucho más en mi reflexión, sin embargo, no podré llegar a una
conclusión concreta y mucho menos que mi conclusión sea una verdad absoluta, porque
es eso, MI OPINION, podrá ser similar a la tuya, a la del vecino, pero que
muchas personas piensen igual no significa que esto le de validez y veracidad,
así empezaron grandes movimientos nocivos.
No
importa que opines, mi padre decía que “En lo que creas mientras te haga mejor
persona” y esta es la finalidad de toda creencia, mejorar, pero a tu propio modo,
TUYO, no de nadie más. Si en el camino contagias a alguien y le causa
bienestar, será un “beneficio colateral”
Pero
bueno, esta es MI lección aprendida, ¿Cuál es la tuya?
Besos
y buena vibra.
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