Ponemos expectativas en la gente, y sentimos que el hecho de quererlos los obliga a cumplir al pie de la letra dichas expectativas, que sean atentos, que sean amables, que sean incondicionales, que sean básicamente perfectos, sin embargo, al primer atisbo de la otra persona de querer transformar nuestra esencia, es una aberración o tomado como un atrevimiento fatal.
Vivimos en una era en donde se nos invita a que seamos únicos y auténticos, sin embargo, observo con mucha preocupación que seguimos el mismo patrón ideológico, solo que maquillado de “contemporaneidad”, se disfraza de novedad lo que anteriormente era algo que se daba por sentado.
La responsabilidad afectiva es una tendencia en la que se nos estipula el correcto manejo de nuestras emociones y la comunicación abierta y sincera. A grandes rasgos, es algo que es bastante correcto, expresar de manera clara y correcta lo que esperamos de cualquier relación, y está en nosotros el aceptar o no las condiciones y reglas de la persona con la que buscamos relacionarnos. Habrá quien nos diga que prefiere los mensajes que las llamadas o que le gusta salir cada fin de semana al cine, y estará en nosotros y en la afinidad que presentemos con esta persona si dichas condiciones son de nuestro agrado para cumplirlas. Pero, como dice el dicho, del plato a la boca se cae la sopa.
Lamentablemente estamos tan hambrientos de sentimientos que buscamos encajar de una manera u otra, con una falsa máscara de aceptación, a la fuerza nada entra. Aceptamos las condiciones que la otra persona, en su abierta responsabilidad y sinceridad, nos ha dicho e informado que desea y que no y qué cosas hasta cierto punto está dispuesto a tolerar o realizar, sin embargo, albergamos en nuestro fuero interno, que “nuestro amor la va hacer cambiar de opinión”.
Realmente es algo recurrente que observó en varias personas de mi generación, tanto en hombres, mujeres y géneros no binarios, posiblemente, no me atrevo a afirmarlo porque no tengo los datos, se trate de un comportamiento condicionado por la misma crianza que recibimos y que muchos en nuestra generación también por su parte, buscan romper el patrón heredado por nuestros antepasados. Querer cambiar a las personas con la “fuerza de nuestro amor”. Se nos ha enseñado que el amor todo lo puede, todo lo cambia y todo lo transforma, no obstante, esta enseñanza no solo la estamos entendiendo erróneamente, si no también aplicando tan terriblemente mal, obligamos a nuestros amados a ser lo que nuestra caprichosa mente desea, cumpliendo a fuerza nuestras expectativas, creyendo que nuestra felicidad es la felicidad de ellos, cuando el verdadero amor es la libertad de ser uno mismo y que la otra persona siga sus “propios colores”, siendo lo que él/ella desea, pues entendemos que sus necesidades no son las mismas que las nuestras, y entendemos que la otra persona es un individuo que solo comparte experiencias, sentimientos y cuidados que no son propiamente nuestros, sino un cúmulo de cosas compartidas desde la verdadera esencia del amor.
Me cuestionó mucho esa manera de pensar, ya que la observó a menudo, veo como las personas son transmutadas a personalidades que están lejos de ser o de querer, pero por buscar encajar con alguien, no observamos la realidad hasta que el daño está hecho.
Me he prometido a mi misma no cambiar mi esencia al estar con alguien, ya que encontrar mi esencia fue un gran reto y el ser fiel a mi misma ha sido mi mayor compromiso. Aún recuerdo que una persona me dijo que cumplía los requisitos que deseaba en una esposa, ciertos requisitos que son diminutos y no abarcan el amplio espectro de lo que soy y mucho menos los requisitos de lo que es una persona, ya que uno de los principales era no poseer tatuajes (que no tenía en ese entonces y que actualmente tengo) tan finito era ese absurdo requisito, que con brevedad se vio comprometido, ya que ya no lo cumplo, ¿Que me uniría actualmente a esa persona?
Por eso es totalmente tonto el querer hacer cumplir con nuestras expectativas a los demás, por que al verse no cumplidas, no nos une absolutamente nada, todo es una ilusión nacida desde el ego y capricho. No forjamos vínculos, compramos fantasías forjadas a la fuerza y de ahí nacen varias de nuestras frustraciones, no nos permitimos vivir la realidad de lo que cada persona es como humano, ni nos permitimos enriquecernos con lo que nos puede enseñar las diferencias que los demás poseen.
Creo personalmente, que nadie merece ser transformado para encajar en un papel que no le corresponde, no somos actores de una puesta en escena, somos seres pensantes, amantes e inteligentes, no guardemos bajo llave la verdadera esencia de nuestro ser, debemos poseer la valentía para encarar nuestros vacíos y repararlos desde una perspectiva correcta, no hemos venido a sufrir de manera consciente a este mundo, definitivamente existen premisas propias de nuestras circunstancias que nos causan profundo dolor y miedo y que lamentablemente, no son evitables, sin embargo, sacrificarnos a nosotros mismos es el mayor acto de autosufrimiento que podemos hacer. Seamos fieles a nosotros mismos, nos lo debemos.
Creo que ya divague mucho por este blog, esta ha sido mi lección aprendida, ¿Cuál es la tuya?
Les mando un fuerte abrazo lleno de buena vibra
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