Antes que nada, ¡Feliz primer aniversario Lección Aprendida!
Gracias por este primer año, por seguir estas opiniones y lecciones, por aprender conmigo, y claro, por aprender con ustedes y enseñarme otros puntos de vista.
En este año, mis amigos, mi familia y la vida misma, me han enseñado muchas cosas y espero prontamente plasmarlo en nuestro espacio.
Empezamos este primer aniversario con una lección que ha mucho nos ha costado entenderla o hacerla entender.
Desde que somos muy jóvenes, cuando nuestra conciencia nos permite distinguir de lo que es de nuestro agrado y de lo que no, empezamos a ejecutar decisiones, realmente nunca sabemos cuándo creamos nuestra primera decisión, sin embargo, recordamos la primera vez que peleamos para hacerlas valer.
Muchas veces, no reflexionamos el peso de nuestras decisiones, e incluso no medimos el motivo detrás de ello, pero sabemos que el defenderlo, representa más incluso que la decisión misma. La primera vez que decidimos no usar la ropa que nuestros padres desean, la primera vez que decidimos no comer alimentos que no nos gustan o en mi caso, la primera vez que decidí no vestirme igual que mi hermana, tal vez, se deben a la construcción de nuestra identidad, defendemos aguerridamente nuestro derecho a nuestra identidad, el que sea aceptada, pero sobre todo respetada, pero, ¿Sabemos, nosotros, de manera individual, respetar decisiones?
Todos sabemos la importancia que respeten las nuestras, pero he observado, que, en muchos casos, no respetamos las decisiones que los demás toman, empeñándonos a hacerlos cambiar de opinión, porque, no digo que siempre, apelamos a que nuestras ideas son superiores a lo que el otro pueda poseer. “No sabe lo que dice” “Es que le falta experiencia” “Es porque siempre ha sido necio”.
La gente tiende a menospreciar las ideas distintas a las de ellos, nos hace falta la empatía suficiente para reconocer que cada cabeza es un mundo y que, con excepciones en las que el pensamiento afecte a terceros, debemos, en medida de lo posible, respetar su modo de ver y vivir la vida, pero, sobre todo, respetar sus decisiones. (O sea, no te metas en lo que no te importa 😂)
Nos cuesta respetar aquello que no va de acorde a nuestros deseos y pensamientos, un gran ejemplo de esto es la película y libro “Yo antes de ti”, donde la madre de Will, empeñada en tener a su lado a su hijo, desea que pueda ver que, a pesar de las vicisitudes, la vida es maravillosa y que merece una segunda oportunidad, no respetando la decisión de su hijo a una muerte digna, más allá del degeneramiento crónico de su discapacidad, sus argumentos son nacidos desde el privilegio que le otorgaba no solo su posición económica o social, sino su sanidad física y emocional, ella tenía su mentalidad basada en el privilegio de una salud plena, pero Will tomo su decisión desde su identidad, de esa identidad que perdió cuando el accidente ocurrió.
Creemos que los demás no tienen la suficiente capacidad para razonar y que nuestra visión es más clara, pero, no es así, toda visión es empañada por las emociones y sentimientos que nos provoca que ciertos hechos puedan o no suceder. (O sea, que te crees más chingón que el otro para manejar su vida, ¡pos este!)
Creo que una de las decisiones menos respetadas frecuentemente, es cuando se rompe una relación, rogamos a la otra persona que reflexione, que lo piense bien, que posiblemente es el estrés, prometen cambiar, y muchas veces, renuncian a ser ellos mismos para poder preservar algo en alarde a ese deseo de control y de demostrar, que manera de pensar, es la correcta. No reflexionamos, que, quizá, ya no contribuimos a la felicidad de la persona o que incluso nuestras metas no son compatibles con la otra persona, que nuestras actitudes han dañado y que no somos lo indicado para el crecimiento de esa persona. Debemos dejar marchar a las personas, ya sea como parejas o porque no, como amigos, porque hay amistades que, en el transcurso de los años, sus ideales ya no son compatibles con los nuestros y no por ello significa que algunas de las partes este mal, solo piensa diferente y se debe respetar cualquier decisión y postura que el otro tenga.
Debemos aprender a entender que toda decisión de las personas, generalmente, son basadas para satisfacer o fomentar su crecimiento y estabilidad, cada decisión nace de algo que nos incomoda y que ya no nos es posible soportar o lidiar, porque merma nuestro bienestar, lo cual siempre debe ser nuestra prioridad, y, por ende, cuando alguien hace este ejercicio de decidir, lo hace desde su propio ideal de bienestar y debemos tener la empatía de entenderlo, pero, sobre todo, respetarlo.
Es obvio que muchas de nuestras decisiones no son las mejores, incluso la podemos cajetear horrible (como cuando nos cortamos el cabello como Dora la exploradora 🙄) pero es parte del ejercicio de aprender a entender que es lo mejor para nosotros y que no, para aprender hay que cagarla (pero no tan seguido, como yo que escojo puro wey para novio 😂) pero pues bueno, quien soy yo pa’ juzgar errores ajenos, porque, aunque se diga que no se escarmienta en cabeza ajena, los errores o logros de los demás, son un excelente referente pa’ no cagarla o pa’ cagarla más hasta el éxito lograr. Pero esa es lección para otro día.
Me despido, no sin antes agradecerles el apoyo que le han dado a este blog, de lo mucho o poco que hemos aprendido, me prometo y les prometo que este proyecto va a crecer más, son sólo las primeras líneas de lo que espero, sea un largo camino.
Les mando un abrazo fuerte y la mejor vibra que este hámster cacheton les pueda enviar.
Gracias por este primer año.
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